POESÍA Gloria lo ha mamado
Su madre trabajaba para el capellán del Monte Belvís, allá en Valderas, y en otras capillas. Julia hacía un rico chocolate al sacerdote Aniceto Rojo que fue destinado por el Obispo al lugar de Cabañas. Allí conoció y casó con el labrador local Ireneo y un día le dijo: Quiero una vaca.
El animal fue el primer vacuno de Cabañas, en 1945, de otros muchos que trajeron, y la madre de la poeta María Gloría Álvarez Martínez pudo hacer su chocolate sin depender de que nadie le proporcionara la leche.
LAS LECHERAS NO FALLAN
De aquellos recuerdos de la vaquería y lechería del pueblo pedáneo de Valencia de Don Juan surge este poema que guarda la ensencia de un trabajo legendario: Las gloriosas lecheras. Gloria lo ha mamado.
LAS LECHERAS
De la teta mansa
que al niño alimenta
grupo de lecheras
es quien los sustenta
con el líquido blanco
se corren las calles
alegres lecheras
reparten diario.
De la teta mansa
que al niño alimenta,
preciado alimento
será necesario.
De la teta mansa
más que el oro blanco
pues, cual medicina,
es platino claro.
Las lecheras llevan
salud en el cántaro
cantidad de calcio
que la vaca transforma
cuando come el pasto
allá en el balsero,
majadas o charcos.
Lecheras no fallan
que pasan diario,
tiempos calurosos,
tormentas, chubascos,
mañanas heladas,
escarchas nevando;
no faltarán nunca.
Los bebés reclaman
con hambre en la cuna
su bibe llamando.
De la teta mansa,
la linda y bonita,
la vaca bendita.
De la teta mansa
al cliente alcanza.
Homenaje debemos
aquellas lecheras
que nos repartían
aquel oro blanco,
tesoro alimento
y con simpatía
llegaba el almuerzo.
De la teta mansa
y la leche fría
en la puerta puesta
al amigo fía.
De la teta mansa
al camino agrario
para aquel enfermo
alivio primario.
Poesía de María Gloria Álvarez Martínez
Escrito en 2015, según referencias.
Respuesta
Disculpa, debes iniciar sesión para escribir un comentario.