CRUCE MASCOTA CAMPO Los conejos híbridos que no lo son tanto, según biólogo

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 Sustancias tóxicas, como la clorofacinona y la bromadiolona en Castilla y León entre 2006 y 2014 para mermar la población del topillo campesino  «provocó la debacle de la perdiz roja, la liebre ibérica y la intoxicación de rapaces

Madrid. La alerta generada por el inusual y masivo número de conejos que está causando daños a los cultivos en diferentes comunidades autónomas según las organizaciones agrarias «no puede calificarse de plaga» ni tampoco se puede «generalizar el concepto de conejos híbridos», ha asegurado a Efe el biólogo y consultor ambiental Francisco J. Martín Barranco.

La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) confirmaba esta semana la preocupación de los agricultores ante lo que su página web define como un «Jurassic Park cunícola en el campo español» causado por una «inédita plaga de conejos híbridos», agravada por la sequía.

Estos híbridos, según el productor de cereales en Zaragoza y responsable de Medio Ambiente y Fauna Salvaje en la ejecutiva de COAG, Javier Fatás, son una mezcla de conejo de monte con domésticos, de «mayor tamaño, voracidad y capacidad de procreación», y afectan ya a más de 1.400 municipios de diez comunidades autónomas con pérdidas por valor de más de 800 millones de euros en un millón de hectáreas.

La irresponsabilidad ciudadana de sus propietarios que «cuando se cansan de ellos como mascotas los echan al campo» y la ineficiencia de las administraciones que «intentan moldear de forma artificial el mundo natural permitiendo su proliferación sin control para alimentar a especies en peligro de extinción» son, a juicio de las organizaciones agrícolas, los principales causantes de esta crisis.

Otro de los miembros de COAG, Pedro Gomáriz, ha pedido «medidas excepcionales ante los resultados insuficientes actuales» y ha alertado de que la subida de las temperaturas y la ausencia de lluvias agravará el problema «hasta llegar al verano con estos animales arrasando la flora salvaje y adentrándose en zonas de cultivo» de hortalizas, cereales, leguminosas, frutales, viñedos, olivares o almendros, con la amenaza añadida de «desencadenar otro tipo de enfermedades y plagas como las garrapatas».

Sin negar el problema, Martín Barranco ha puntualizado que no se puede emplear el término «plaga» porque pese al número de regiones afectadas (Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, La Rioja, Navarra, Comunidad de Madrid, Región de Murcia, Comunidad Valenciana y Andalucía) no se extiende por toda la geografía española.

Además, afirma que «sólo se puede hablar de hibridación en casos muy puntuales» ya que la mayoría de los ejemplares pertenecen a la ‘Oryctolagus cunniculus’, una especie «genéticamente idéntica de conejo común» y, respecto a su actual densidad, la relaciona con «la época de nacimientos que tiene lugar en estos momentos» pero dicha circunstancia «bajará en unos meses» y además «al ser objetivo de tantos depredadores, no duran nada en el entorno natural».

El conejo común tiene «una función clave en los ecosistemas mediterráneos», ha insistido, ya que constituye «la presa principal que sirve de sustento, fundamentalmente, a especies vulnerables o en riesgo de desaparecer», desde los linces a las rapaces.

En el caso de Cataluña, el partido animalista PACMA, la asociación de juristas especializados en derecho animal Lex Anima y la protectora Fundación Altarriba han acusado de «incoherencia» a la Generalidad en una nota de prensa por activar la emergencia cinegética y autorizar el uso de biocidas para matar a estos animales.

Eva Ramos, asesora jurídica de PACMA, ha señalado a la propia administración catalana de «provocar la sobrepoblación de conejos, autorizando y permitiendo su cría en granjas cinegéticas y su posterior suelta, tratándose de una especie, además, con una alta tasa de reproducción”.

Los animalistas señalan que más de 12.000 conejos provenientes de estas granjas fueron liberados en 2021 para repoblar cotos de caza «bajo el conocimiento y autorización» del gobierno autonómico y añaden que el biocida a emplear es fosfuro de aluminio que «tendría consecuencias nefastas para la cadena trófica por su alto impacto sobre la biodiversidad”, dada la alta toxicidad y nula selectividad del producto.

La advertencia incluye el ejemplo del uso de otras sustancias tóxicas, como la clorofacinona y la bromadiolona en Castilla y León entre 2006 y 2014 para mermar la población del topillo campesino que «provocó la debacle de la perdiz roja, la liebre ibérica y la intoxicación de rapaces, como milanos reales, ratoneros o cernícalos, y carnívoros, como zorros y comadrejas”. EFE

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