LA ‘BODA’ CON VOX «Que nadie ponga en duda que lo que va a regir son los principios, los valores y las políticas del PP … MAÑUECO 2022
Óscar R. Ventana
Valladolid. Alfonso Fernández Mañueco (Salamanca, 1965) jurará su cargo como presidente de la Junta de Castilla y León. Es la segunda vez que lo hace tras la de 2019, aunque ahora ha cambiado de socio de Gobierno y la entrada de Vox en su gabinete le sitúa ante el reto de mantener vigentes los «principios y valores» de su partido en materias como la violencia de género, la inmigración, las relaciones con Europa y el Estado de las Autonomías, entre otras cuestiones.
El pacto con Vox, el primero que incorpora a este partido a un gobierno autonómico en España, ha mantenido encendido el foco político y mediático nacional que apunta a esta Comunidad desde principios de año, como consecuencia de un adelanto electoral visto como el inicio de un ciclo que proseguirá con los comicios en Andalucía, los municipales y las elecciones generales, y que ha situado a Mañueco en el centro de todas las miradas tras un resultado que deparó 31 procuradores al PP -a diez de la mayoría absoluta (41)- y que situaron a Vox (13) como único socio viable.
Las dificultades para cerrar el pacto de gobierno con Vox, tanto en su formato del 10 de marzo que le sirvió para desbloquear inextremis la formación de gobierno, aunque fuera a costa de ceder la Presidencia de las Cortes, como el posterior con la letra pequeña en materias como la violencia de género -con la concesión de tramitar una ley contra la violencia intrafamiliar antes de agosto- y la memoria histórica -aprobarán un nuevo decreto de «concordia»-, tienen que ver con evitar por parte del PP que el discurso de Vox debilite esos principios a los que Mañueco apeló en el reciente Congreso del PP.
«Que nadie ponga en duda que lo que va a regir son los principios, los valores y las políticas del PP, esa será la guía para los próximos 4 años, como lo ha sido en los últimos 35 años», resumió en Sevilla ante sus compañeros de partido, incluido el nuevo líder, Alberto Núñez Feijóo, que ha tratado de desvincularse de este pacto de gobierno con su ausencia tanto en la sesión de investidura como en el acto de mañana.
Desde la distancia, marcada también por el hecho de que no ha contado con representantes del PP de Castilla y León para los principales cargos de la nueva dirección nacional del partido, Feijóo ha optado por defender el acuerdo con Vox en Castilla y León como única alternativa a la repetición electoral y ha rechazado que desde la izquierda se pueda cuestionar la política de pactos.
Este argumentario ha sido adoptado por Mañueco, quien en la sesión de investidura ha respondido a las críticas de la oposición por su pacto con Vox desdeñando las «lecciones» con apelaciones a los acuerdos del PSOE con Unidas Podemos y otras formaciones nacionalistas e independentistas.
El principio de realidad se ha impuesto y Mañueco ha dejado atrás aquella idea de gobernar en solitario, vista ahora como un posicionamiento de máximos para afrontar una negociación con Vox, que ya ha anunciado que este acuerdo no colma sus ansias de «cambiar el rumbo» en esta Comunidad, pero sobre todo en España (y Andalucía), donde ambos partidos compiten en el mismo espectro electoral.
Está por ver la evolución de esta nueva coalición precisamente por esa competencia electoral, con un partido como Vox que hasta este acuerdo se refería abiertamente al PP como la «derechita cobarde», pero que de unas semanas a esta parte trata de rebajar las diferencias para tratar de ofrecer una alternativa al Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos.
Lo que arranca es un nuevo capítulo de la vida de supervivencia política de Mañueco, quien estos días remarca que lleva 39 años afiliado al PP -primero a Alianza Popular y luego al Partido Popular- y que ha sido concejal, alcalde, presidente de diputación, consejero y presidente autonómico desde el punto de vista institucional, y que en el partido ha desempeñado numerosos cargos, incluidos los máximos a nivel autonómico -secretario y presidente- y el de presidente del Comité de Derechos y Garantías del PP a nivel nacional.
Fue Juan Vicente Herrera, recién aterrizado como presidente para sustituir al nombrado ministro Juan José Lucas, quien le nombró en 2001 como consejero de la Presidencia y seguidamente secretario general del PP de Castilla y León, lo que le convirtió en su hombre de confianza en el partido y donde permaneció hasta ascender a presidente, también para suceder a Herrera, en 2017 con unas primarias que ahora investiga la Justicia.
Por el camino, diez años como consejero, seis al frente de la cartera de la Presidencia y otros cuatro al cargo de una Consejería que fue más simbólica que de contenido, ya que era de Interior y Justicia, una competencia esta última que Castilla y León reclamaba asumir pero que aún hoy no tiene y que ha renunciado a reclamar, y después dos legislaturas como alcalde de Salamanca, su ciudad.
Mañueco afrontar ahora una nueva legislatura, tras la anterior marcada por la pandemia de la covid y por una cohabitación con Ciudadanos que le servirá de referencia para lidiar con la fraguada ahora con Vox, al que también promete 4 años pero que está por ver en qué acaba, dados los precedentes y los intereses que ambos partidos defenderán a nivel autonómico y nacional. REDACCIÓN / EFE
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