¡FELIZ NAVIDAD! ¡FELIZ AÑO 2022! del Padre Cesáreo Fernández de las Cuevas O. S. A. 

Habiendo de hacer dioses a los que eran hombres, se hizo hombre el que era Dios (San Agustín, Sermón 192,1).

 

Querido(s) amigo(s):

 

¡Una nueva Navidad nos espera! La celebraremos cristianamente, como es propio de un verdadero discípulo de Cristo, que eso es lo que quiere decir cristiano.

Ese bello pensamiento agustiniano nos debe estimular. No obstante, este sabio y santo nos ha dejado tantos pensamientos meditables, que merece la pena volver sobre él.

 Ahí va una perla preciosa:

Es la misma humildad la que da en rostro a los paganos. Por eso nos insultan y dicen: ‘¿Qué Dios es ese que adoráis vosotros? ¿Qué Dios adoráis vosotros, un Dios que ha nacido? ¿Qué Dios adoráis vosotros, un Dios que ha sido crucificado? La humildad de Cristo desagrada a los soberbios. Pero si a ti, cristiano, te agrada, imítala. Si le imitas, no trabajarás, porque Él dijo: ‘Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré’ (Sermón, Enarraciones sobre el Salmo 93,15).

 

¡Qué maravilla! Jesús siempre a nuestro lado, no solo para comunicarnos su propia vida, sino dispuesto a aliviarnos en cualquier fatiga que nos agobie. Es como un canal que cada día nos comunica su propia vida.

Por eso: ¡BENDITO EL DÍA QUE SE HIZO HOMBRE Y VIVIÓ COMO CADA UNO DE NOSOTROS!

No cabe duda de que pasó por todas las vicisitudes y las necesidades que el ser humano puede pasar.

Aquel día de su nacimiento, podemos pensar: ¿Cómo siendo Dios no dio solución a María y a José para venir al mundo de una forma más humana, más propia de las comodidades de las que -casi cualquier ser humano- goza actualmente?

No hay una respuesta humana, solo divina y… nosotros no la podremos nunca desentra­ñar, porque es superior hasta a una brillante inteligencia humana.

Nunca llegaremos a conocer -en esta vida- el amor y la generosidad de Dios con cada uno de nosotros.

Estamos atravesando por tiempos muy difíciles -en la salud, en la política, en la educa­ción…-, todo lo superaremos con la sola confianza en un Dios que nunca defrauda a ninguno de todos sus hijos humanos. El estar hechos a imagen y semejanza de Dios no es cualquier cosa.

Es tan trascendente que, solo pensar en ello, es motivo de una inmensa alegría y de una gran responsabilidad personal.

Cada uno estamos buscando, permanentemente, una vida mejor, de mayor responsabi­lidad y trascendencia. Y es propio del ser humano, porque es lógico. ¿Quién puede amar algo que no le satisface?

Sin embargo, en la vida, hemos de hacer siempre todo con una entrega absoluta:

Es decir: amar todo lo que Dios nos va deparando cada día, hasta ofrecerle lo que no es de nuestro agrado, pero supone un pequeño o grande sacrificio.

Porque es el mejor camino para crecer intelectual y espiritualmente.

Por supuesto que eso es lo que cada día más felices, más unidos a un Dios que nos ha dado unos talentos y que es necesario los desa­rrollemos, si es posible o necesario, a cabalidad.

Y voy a concluir con otro pensamiento agustiniano: Nos hiciste, Señor, para Ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti (Comienzo de las Confesiones).

Un cordial y fraterno abrazo agustiniano y… siempre unidos en la oración Y QUE Dios nos siga bendiciendo abundantemente.

¡FELIZ NAVIDAD!     ¡FELIZ AÑO 2022!

          Vuestro incondicional,

 

  1. Cesáreo Fernández de las Cuevas  O.  S.  A.